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China ha abandonado 103 centrales eléctricas de carbón y apuesta por la energía renovable

China ha abandonado 103 centrales eléctricas de carbón y apuesta por la energía renovable

En los últimos años, las imágenes de China generalmente han mostrado las ciudades llenas de contaminación y las centrales eléctricas de carbón. Es cierto que el ritmo vertiginoso del desarrollo durante más de tres décadas produjo una serie de desafíos ambientales; con frecuencia, ciudades como Pekín se encontraron expuestas a niveles de contaminación superiores a los límites recomendados. Otros problemas ambientales, incluidos los efectos del cambio climático, la contaminación del agua, el alto uso de los recursos naturales y la contaminación de las tierras cultivables, también plantean desafíos para la nación más poblada del mundo.

En décadas anteriores, los temas referidos al medioambiente quedaron en segundo plano en la formulación de políticas en China ante el verdadero desafío de sostener el crecimiento económico y elevar el nivel de vida. Sin embargo, el grave efecto de la contaminación del aire sobre la salud y la campaña mundial para luchar contra el cambio climático ha hecho que China surja como un líder internacional en el espacio ambiental. Además, a medida que otros países se alejan progresivamente de su posición de liderazgo, China ha demostrado una voluntad cada vez mayor de colaborar con el resto del mundo para alcanzar los objetivos climáticos.

El Foro Económico Mundial trabaja actualmente con el Gobierno de China en estas cuestiones. Este año en Davos, el Foro firmó un memorándum de entendimiento (MOU) con el Consejo de China para la Cooperación Internacional sobre Medioambiente y Desarrollo (CCICED), una organización que hace recomendaciones de políticas al Consejo de Estado de China. La colaboración explorará cómo los modelos de economía circular y compartida pueden crear una sociedad más eficiente en cuanto a la utilización de recursos en China, centrándose también en otras áreas, que incluyen los océanos, el potencial de las nuevas tecnologías para el medioambiente y el cambio climático. (La «economía circular» hace referencia a un cambio del modelo lineal de fabricación de productos que luego se desechan, de modo que todo está diseñado para su reciclaje o reutilización).

Como es la naturaleza del sistema chino, la dirección y la acción política empiezan desde arriba. En la Reunión Anual 2017 del Foro Económico Mundial en Davos, el presidente Xi Jinping señaló que China seguiría con el proceso multilateral y que otros países también deberían hacerlo, al decir: «El Acuerdo de París es un logro alcanzado con esfuerzo… Todos los signatarios deben atenerse a él en lugar de abandonarlo, ya que esta es una responsabilidad que debemos asumir para las generaciones futuras». Como el mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero y la segunda mayor economía del mundo, el liderazgo de China recientemente aceptado envía una fuerte señal a la comunidad mundial.

Las acciones dicen más que las palabras, y China ha estado impulsando la acción sobre el terreno para respaldar las palabras del presidente Xi. China se ha ido alejando de su dependencia del carbón, que de acuerdo con las estadísticas del gobierno representó el 65 % de su energía en 2015, una caída del 3,7 % respecto del año anterior. Esto ha estado sucediendo más rápido de lo esperado: en 2016 China decidió detener la construcción de 103 centrales eléctricas de carbón que estaban en fase de construcción o planificación. Como dijo en Davos Nuer Bekri, funcionario gubernamental encargado de la política energética de China: «El año pasado cancelamos 7,2 millones de kilovatios de energía de carbón; además estamos aplazando, cancelando y demorando la generación de carbón… ese enfoque generará un espacio de mercado más grande para otras fuentes de energía». También destacó la disposición de cooperar a nivel mundial, al afirmar: «Tendremos que mejorar la colaboración internacional en el campo de la energía».

El gobierno establece el rumbo, pero la implementación recae sobre el sector privado. Como dijo en Davos Qiao Baoping, CEO de Guodian, el mayor generador de energía de China (y el segundo más grande del mundo): «El Gobierno de China asume los compromisos, pero son empresas como la mía las que los llevan a la práctica». La compañía tiene ahora 16 GW de capacidad de generación hidroeléctrica y 25,7 GW de capacidad de energía eólica, más que cualquier otra compañía en todo el mundo, y lo suficiente como para alimentar a aproximadamente 30 millones de hogares estadounidenses. Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente UNEP, en 2016 China aumentó la inversión en energías renovables (excluida la hidroeléctrica) en un 17 % a $ 102,9 mil millones, o el 36 % del total de la inversión mundial. En la actualidad, el país posee más del 25 % de la capacidad total de energía renovable mundial.

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Vientos de cambio: turbinas junto a la Gran Muralla China. Imagen: REUTERS/Joel Boh

Otro importante campo para China es el uso de materias primas. Durante las décadas de rápido crecimiento, China ha importado grandes cantidades de materias primas, lo cual ha contribuido a un auge mundial de materias primas. Esto ha dejado un amplio margen para mejoras en la eficiencia de los recursos: China utiliza alrededor de 2,5 kg de materiales por dólar de crecimiento económico en comparación con aproximadamente medio kilo en los países de la OCDE. El país ha adoptado la economía circular, un modelo en el que nada se desperdicia y todos los productos industriales y de consumo se reutilizan como recursos valiosos. En 2009, China fue el primer país en establecer una ley de promoción de la economía circular, a fin de aumentar la reutilización y el reciclaje de materiales.

Como explicó Yu Xubo, CEO de COFCO (la mayor empresa de fabricación, comercialización y procesamiento de alimentos del país), las empresas también están implementando esto. «Nos apegamos a un modelo de reutilización y reciclaje. Tomemos por ejemplo el sector porcícola, usamos el biogás para la energía y el estiércol biológico […] como fertilizante orgánico». En un país con el 22 % de la población mundial y solo el 7 % de sus tierras cultivables, modelos como este pueden aumentar la productividad agrícola. La economía circular también está abriéndose espacio en muchos «parques de simbiosis industrial circular» de China, en los que las empresas utilizan los desechos de otros fabricantes como insumos de materia prima en sus procesos. Por ejemplo, en Suzhou New District, las placas de circuitos están fabricadas a mano a partir de recortes de cobre de otras industrias más pesadas.

A medida que la economía china crece, existe un firme impulso político para pasar de una economía centrada en la inversión en infraestructura y exportaciones a una impulsada por el consumo interno. Y conforme «reequilibra» su economía, China explorará nuevos modelos de consumo que puedan atender las necesidades de sus muchos consumidores sin destruir el medioambiente. En los últimos años, la innovación en los modelos tecnológicos y de negocios ha dado lugar a la economía compartida, que se ha convertido en una fuerza importante en China. Según la Agencia Estatal de Información de Pekín, se estima que la industria en el país tendrá un valor de 220 000 millones de dólares y que crecerá un 40 % anual. A primera vista, el intercambio de bienes, como la centralización de viajes en taxi o el intercambio de productos y hogares, podría preparar el camino para una forma de consumo con menos densidad de recursos.

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El intercambio de viajes podría reducir la congestión en China. Imagen: REUTERS/Carlos Barria

Un estudio del Foro Económico Mundial, en colaboración con el MIT, llegó a la conclusión de que compartir hogares podría proporcionar capacidad adicional sin necesidad de construir hoteles, en especial en torno a grandes acontecimientos cuando las ciudades experimentan un aumento de visitantes. De acuerdo con los datos de Airbnb de los Juegos Olímpicos de Río, compartir hogares creó el equivalente a 257 hoteles de tamaño medio durante los Juegos. Del mismo modo, la compañía de transporte más grande de China, Didi, coincide con que los pasajeros van por el mismo camino. En el año 2015 se agrupó un promedio de 1,5 millones de viajes al día, lo que ahorró 510 millones de litros de combustible.

Estos pasos serán fundamentales, ya que China sigue creciendo. Los desafíos ambientales a los que se enfrenta el país son los mismos que enfrentan muchos otros países desarrollados y en desarrollo. Es crucial que se encuentren nuevas maneras de trabajar entre los gobiernos, las empresas y la sociedad civil a fin de crear los cambios sistémicos necesarios para salvaguardar nuestros bienes comunes mundiales. Los ejemplos anteriores son solo el primer paso de una transformación mundial mucho más grande que todas las partes interesadas deberían adoptar.

Fuente: https://www.weforum.org/

Written by

James Pennington, Project Specialist, Circular Economy, World Economic Forum

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